Palabras recordatorias del Cont. Edmundo Virgolini
El pasado 03 de diciembre nos dejó después de
privilegiarnos con su trato en este mundo el inestimable colega, compañero,
amigo y maestro Dr. Walter Alfredo Ramón
Perino. Debo reiterar lo que he dicho muchas veces: ha sido una persona que inspiró mucho de lo que pude
haber transitado de bueno en esta vida de trabajador y ciudadano de la Universidad
Nacional de Rosario.
Hace poco más de dos años cuando nuestra
Universidad lo distinguiera con el titulo de doctor “honoris causa” tuve oportunidad de dirigir la palabra
introduciendo el acto de otorgamiento de dicho reconocimiento. Dije entonces
entre otras cosas que me salían literalmente del corazón:
“Privilegio que me da la vida participar en la
entrega del doctorado Honoris causa al querido amigo Walter. Y es un acto de
justicia esta distinción dado que como decía José Ingenieros:
“El rango
solo es justo como sanción del mérito”, y agregaba el insigne “maestro” en las
“Fuerzas Morales”: “..porque el rango se recibe, es adventicio y su valor fluctúa con la opinión de los
demás, pues necesita la convergencia de sanciones sociales que le son
extrínsecas; en cambio el mérito se conquista, vale por sí mismo y nada puede
amenguarlo, porque es una síntesis de virtudes individuales intrínsecas”.
Porque
así es este título para Walter tan merecido como el académico que ya obtuvo
antes. Es un colofón este justo homenaje a una conducta forjada con la
coherencia. Comportamiento que promueve una constelación de valores; valores que deben acrisolarse , difundirse. y
preservarse en esta instancia democrática: Hoy que la cooperación cede terreno
a la competencia de todo tipo halla al tránsito de Walter por esta institución una
vara de medida para la instancia democrática: hablo del desinterés personal, el
desprendimiento y la transparencia en la
acción. Cualquiera que haya conocido a Walter puede confirmar mis dichos. Me
consta que pudo aprovecharse del poder y ni lo pensó por el contrario lo
ejerció con absoluta generosidad y hasta algunos amigos nos dirían con cierta
“ingenuidad democrática”
Pero
no era “ingenuidad” era “docencia”. Es que atravesábamos una época singular que solo los que estuvimos
allí recordamos . El amplio gozo de reencontrarnos con las
instituciones. Y el modo de vida de la democracia. Nos tocó en ese momento
conocernos en como se dice ahora … la gestión. Para nosotros no fue nunca eso de administrar calcular y tejer. La misión que reconocimos era proponer una universidad abierta, plural,
libre y jerarquizada. Abjurábamos del elitismo, el limitacionismo y el cientificismo pero abrazábamos la seriedad, la responsabilidad y el
compromiso con el saber
Puedo
mencionar a algunos de los amigos que estuvimos en esa tenida: Ernesto
Seselovsky, Sergio Di Pietro. los desaparecidos y extrañados Héctor Lazzarini ,
José María Masuelli y Humberto De Vita. Y otros tantos más académicos de trayectoria en la docencia
universitaria que rápidamente acudieron a la convocatoria normalizadora
Con
Ernesto y Sergio, sus amigos entrañables
ni bien se instalaron las instituciones democráticas en diciembre de 1983 renunciaron
a sus concursos poniendo sus cátedras a disposición de las autoridades de la joven democracia universitaria. Algún
novel dirigente, más tarde muy
destacado, me comentó “Caso único en la
Universidad Argentina”. Cierto es que
hubo algunos más pero fueron muy pocos.
Para
Walter se avecinaba una época de sacrificio.
Es que asumía su rol en el momento era servir a la Universidad y no
servirse de ella. Podríamos decir que perfilaba una ejemplaridad democrática. Aquello
de jugarse y quedarse sin nada más que el honor de haber servido a la
construcción de la República. Lo sufrió y lo disfrutó porque era su sueño de
radical y de reformista
Quiero concluir que para mí fue una
conjunción casi diría yo, con el respeto a la Universidad que este discurso
supone : “astral”. Se “alinearon los planetas” para que este humilde servidor fuera honrado con
integrar el Gobierno de Walter en la normalización universitaria de 1984. Marcó
mi vida al instalar variantes de comportamiento que mantengo como compromiso de
honorabilidad. Respetó a las carreras, no “fabricó” las de nadie. Ayudó a todos
los que pudo sin edificar puentes académicos que atraviesan y “pasan por arriba” de otros. Concursó su
cátedra en la Facultad luego de haber dejado el gobierno casi tres años
después.
En definitiva fue un ejemplo que merece
ser reconocido especialmente en estos momentos donde la calculadora desplaza
los ideales y la eficiencia electoral barre la generosidad y la independencia
de criterio. Sin estas referencias fundamentales es imposible asomarse al
camino de construcción de una universidad expresiva de los cánones
reformistas”.
Quiero aclarar que por suerte pude expresar
todo este sentimiento de admiración y respeto en vida del Dr. Perino y
propiciar con posterioridad una
instancia cual fue la posterior formación de este Movimiento por la Transparencia
la Participación y el Pluralismo que tuvo en el legado de Walter una de sus más
ricas fuentes de inspiración. Por eso maestro y amigo Walter Perino siempre
serás recordado por los que amamos el
conocimiento, y la vigencia
indispensable de la “libertad creadora” en la Universidad. Muchas gracias amigo
Walter.
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